El boadillense Joaquín «Boti» termina cerca de los mil primeros el maratón de Atenas

El atleta del Club de Atletismo de nuestra localidad cuenta sus sensaciones tras correr la prueba más dura de este deporte, y haciéndolo en la cuna de esta prueba: la capital de Grecia, tras partir desde la localidad de Marathon, que da nombre a la competición. Reproducimos su crónica de forma íntegra.
«Después de varios maratones con distintas sensaciones y motivaciones me planteo vivir la experiencia de correr la auténtica maratón, la que da nombre a la prueba y la que se desarrolla entre la llanura de Marathon hasta Atenas, terminando en el estadio donde se celebraron las primeras olimpiadas de la era moderna a finales del siglo XIX. Con esa motivación y aprovechando turísticamente el viaje me presento con mi mujer en Atenas el miércoles.
La verdad es que es un maratón muy extraño en cuanto a su recorrido y no sé cómo plantearlo. Ya entrenarlo fue difícil y me dediqué a hacer recorridos con muchas cuestas, pues es lo que me encontraría y sin tener un objetivo de tiempos muy claro. Decido tomármelo con calma y ya lo decido desde que llego puesto que no me obsesiono con la alimentación ni con el descanso, como otras veces había hecho. Decido, a pesar de hacer un plan teórico para rondar los 3:15 en un maratón “normal”, asegurar e ir detrás de la liebre de 3:30 “tranquilo” por el desconocimiento.
Con estos antecedentes llega el día del maratón: puesto que sale a 42 km de Atenas tenemos que coger un autobús desde el centro de Atenas hasta Marathon. A pesar de que los griegos no lo están pasando bien económicamente, la organización fue perfecta, y cogimos más de 13.000 personas los autobuses prácticamente sin esperar y todo fenomenal. El autobús hace exactamente el recorrido inverso al del maratón y, en ese momento, me acuerdo de nuestro compañero Javier que me dijo que me daría cuenta de la realidad del recorrido en ese viaje a la salida. Una vez que pasas el km 31 te das cuenta de los cuestores que hay para llegar ahí y ya te empiezas a replantear la estrategia. Durante todo el recorrido, como es el auténtico, están señalados los km con unas señales permanentes, aunque además en la carrera ponen unos carteles adicionales. Pero yo estoy tranquilo y sigo pensando que puedo aguantar a la liebre de 3:30.
Después de un buen rato llegamos a Marathon, es un pueblo en una llanura rodeada de colinas que a las afueras tiene un estadio de atletismo con una estatua de Atenea Niké (Niké significa victoria, de ahí sacaron el nombre a la marca) con su laurel de la victoria y todo. El estadio es pequeño, con su pista de atletismo, que nos sirve para calentar y unas pocas gradas, pero con una evidente falta de mantenimiento. Una vez allí, de nuevo, la organización perfecta: de ropero, cajones…
Después de pensar en replantear la carrera según el recorrido viene otra sorpresa que vuelve a desencajar: no hay liebres para ningún tiempo. Pienso, claro, quien coño mantiene el ritmo con ese perfil, así que un nuevo lavado de coco para planificar un poco las distintas fases de la carrera.
Y antes de la salida, un factor muy importante: después de dos días soleados (de manga corta) el sábado llueve y el domingo, ¿cómo se levantará? Pues se levantó muy despejado, tanto que a las 9 (hora de la salida) hace 20 grados y 84% humedad. Ya nos avisan que cuidado con el sol,…Hacen cuatro salidas escalonadas: los élite a las 9 en punto y yo, en el segundo cajón, salgo un minuto después: decido los primeros 10 km, que son los únicos llanos no forzar, pero sí ir un poquito más alegre para mitigar la pérdida. En el km 5-6 pasas al lado de la tumba donde están enterrados los que murieron en la batalla de Marathon y en ese momento miro el reloj y se me ha parado. Decido resetearlo y ponerlo de nuevo en el km 6, haciendo un cálculo aproximado de lo que llevaba.
A pesar de todo estaba muy tranquilo. El recorrido es bastante feo porque hasta el 31 sólo se pasan 2 poblaciones y el resto es por una carretera de dos carriles, pero hay suficiente gente como para no sentirte sólo. Voy usando a gente para que vaya tirando de mí y me planteo que tengo que llegar “fresco” al km 31, el punto más alto.
En el km 12 se empieza a subir unos 2 km pero no muy fuerte, un falso llano de 3 km y un buen repecho de un 3-4% a partir del 15 durante 1 km y medio aproximadamente (las cuestas son largas, las subía a 5:15… viviendo un poco de las rentas). A partir de ahí una bajada fuerte hasta el 18 aprox y luego ya subes ¡¡hasta el 31¡¡. Es muy duro porque se mezclan subidas del 3-4% con falsos llanos siempre que pican hacia arriba y ningún descanso de bajada en los 13 o 14 km.
Seguía jugando con la renta para no forzar en ningún momento y siempre bebiendo (el calor era duro). Para remate el km 31, que es cuando coronas, se empina un poco más y lo subo casi a 6 min/km. Ya mucho antes se ve a gente andando durante las cuestas, lo cual llama la atención porque era la gente de los primeros cajones.
Estoy pletórico porque veo que estoy dosificando muy bien y cuando llego al 31, calculo (siempre con la aproximación de los primeros 6 km) y creo que haciendo los últimos once kilómetros a 5 min/km bajo de 3:30. A partir del km 31 ya la carretera pica bastante para abajo. Me encuentro bien y me dejo caer haciendo el km 32 en 4:50.
Pero el maratón, calor, cuestas,… me esperan con los brazos abiertos y a mitad del 33 se me empiezan a poner como piedras los isquios y me dicen: o paras tú o paramos nosotros y, por supuesto, tuve que parar, estirar un poco y retomar de forma suave. De repente, me doy cuenta que tantos km de cuestas se van a cobrar su peaje y, que de pulsaciones y de sensaciones voy con ganas pero las piernas no dan más. En ese momento replanteo y pienso que lo importante es que no me caiga una minutada y dosifico lo que puedo, estiro cuando veo que lo necesito y pienso en la experiencia de entrar en ese pedazo de estadio con mi mujer esperándome. Como puedo, y con un calor en ese momento de unos 28-29 grados, siento que ya estoy muy cerca y que tengo que disfrutar de las sensaciones, que son brutales cuando entras en ese escenario con tanta gente y ves cumplido un sueño maratoniano más.
Al final hago un tiempo de 3: 37:25 y después de unos minutos de reposo me voy muy contento pensando que la experiencia de otros maratones me ha hecho “salvar” dificultades que me he ido encontrando. Que ya son catorce maratones, que me encanta correr, que he paseado el nombre de mi pueblo y de mi club por la cuna del maratón, que tengo mucha suerte de poder haber corrido allí y que seguiré buscando las sensaciones que la prueba del maratón me da.
Y en cuanto al tiempo, lo valoro más cuando veo que quedo el 1.055 de trece mil y pico (y que el 1.055 en Madrid tiene que rondar el 3:15) y, recuerdo de nuevo a Javier (que ya vivió esta experiencia) y que me dijo que bajar de 3:30 aquí era una muy buena marca.
Un abrazo para todos».
Texto y fotos: AtletismoBoadilla.com
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