«La marihuana, por Diego Ferriz»

Plantación marihuanaA raíz del descubrimiento el pasado domingo de que en una casa de la vecina Villaviciosa de Odón se guardaban 1.735 plantas de esta sustancia, nuestro bloguero opina sobre las drogas legales e ilegales en nuestro país, las sanciones que contempla la ley y la importancia de su aceptación o rechazo social.

Esta semana se han hallado 1735 plantas de marihuana en el sótano de un chalet de Villaviciosa de Odón, cuyo dueño ha sido detenido. La sustancia psicoactiva del Cannabis Sativa –cáñamo o marihuana- es el THC, que produce diversos efectos secundarios en los consumidores que fuman esta planta o hacen uso del hachís, un derivado de la misma. ¿Debería situarse al nivel legal de las bebidas alcohólicas? ¿Son justas las penas aplicables a los traficantes de cannabis?

No resulta fácil dirimir estas cuestiones: hay en nuestra sociedad partidarios de la legalización y defensores de la prohibición, así como estudios encaminados a medir los efectos que produce esta droga, sus posibles beneficios o perjuicios; es paradójico que esté prohibida a causa de los daños que acarrea y al mismo tiempo haya sido utilizada con carácter terapéutico desde la más remota antigüedad.

Puede decirse, como aseguran los expertos, que el cannabis provoca desmotivación, pérdida de memoria y concentración, como también favorece el desarrollo de trastornos mentales, la depresión y la psicosis a largo plazo, además de anteceder al consumo de otras drogas más peligrosas que el individuo suele probar después. Así que hay razones de peso que justifican la consideración de su venta como delito.

El problema es que el tabaco y el alcohol, sustancias legales, también provocan y pueden llegar a provocar adicción, dependencia y perjuicios semejantes a la salud del consumidor. ¿Debemos prohibir la venta de cigarrillos, vino o cerveza? Sinceramente, creo que no: el consumo moderado de alcohol, como las autoridades recomiendan, es tolerable. En cuanto al tabaco, es pernicioso a largo plazo pero no deteriora la mente. ¿Habría entonces que legalizar la marihuana y el hachís? La respuesta no es obvia.

Estas sustancias psicotrópicas, como afirman los últimos estudios, perjudican a los jóvenes que cursan sus estudios en los mejores años de sus vidas, y a medio plazo pueden desencadenar episodios depresivos. En mi opinión, son motivos suficientes para mantener la actual prohibición de estas drogas, causantes de tantos fracasos estudiantiles, y aplicar políticas persecutorias.

En el Reino Unido, por ejemplo, el gobierno endureció la consideración del cannabis justificándose en el riesgo para la salud de los más jóvenes, que empezarían a consumirla a los 13 años en grados de concentración y pureza desconocidos hasta ahora. Si, por otra parte, la marihuana puede ser utilizada con fines terapéuticos en dosis no adictivas que ayuden a los pacientes, sería aceptable su legalización para uso médico.

Al igual que en España tenemos costumbre de beber alcohol desde hace siglos, y por ello no lo prohibimos, tal vez sea en otros países, allí donde se cultiva el cáñamo y se produce hachís desde antaño, donde sus gobernantes deberían legalizarlo en virtud de la costumbre social. Aquí, creo yo, ya tenemos bastante con la legalidad del alcohol, que puede conducir al fracaso personal, provocar diversos trastornos mentales y enfermedades y, de hecho, está presente, como el cannabis, en los accidentes de tráfico y sus fallecimientos correspondientes; el alcohol, además de ser un producto mayoritariamente aceptado que estimula la diversión y el buen humor, genera graves problemas sociales cuando se abusa del mismo; no lo olvidemos ni lo agravemos sumándole un problema adicional. Hoy en día, por otra parte, tiene lugar una batalla legal y propagandística contra la nicotina por su carácter mortal a largo plazo.

Una sociedad en la que los jóvenes tengan libre acceso al licor, el tabaco y los psicotrópicos plantea muchos más inconvenientes y gastos sanitarios que beneficios, siendo éstos discutibles: ¿acaso se atenta contra las libertades al prohibir la marihuana? Creo que no, basándome en que su consumo perjudica la salud pública.

Ahora bien: seamos realistas e indulgentes en la consideración del delito. ¿Es justo que los productores y distribuidores de cannabis paguen con altas penas de cárcel su implicación en este negocio? Habrá quien diga que sí, pero yo digo que no. Y me explico: si la marihuana produce daños similares al alcohol y goza de gran aceptación en Occidente, no debería haber una distinción legal tan acusada entre ambos productos; nadie nos obliga a comprar y fumar maría, como nadie nos obliga a tomarnos cuatro copas.

La situación es la siguiente: las mafias internacionales controlan los negocios ilegales, los traficantes más poderosos suelen librarse de la cárcel y los distribuidores de la calle acaban entre rejas. Yo sería más que comprensivo con quien recurre a esta actividad para ganarse la vida y mantener a su familia, procuraría convencerle para que abandone el tráfico de drogas y le devolvería la libertad en cuanto se observase arrepentimiento y se optase por la reinserción.

Si se quiere luchar contra las drogas y sus perjuicios, hagámoslo en serio y de raíz: que se erradiquen los cultivos de opiáceos en Afganistán o las plantaciones de coca en Colombia, Perú y Bolivia, que se estrangule la producción de hachís en África y la de marihuana en Centroamérica, que se desmantelen los laboratorios de éxtasis, LSD y anfetamina; podría hacerse, ¿por qué no?, si las principales autoridades internacionales, en coalición, se pusieran de acuerdo en arrebatar estos jugosos negocios a los clanes que hoy en día los controlan.

Tendríamos entonces un mundo más saludable, una juventud menos expuesta a los peligros del libertinaje y un índice mucho más bajo de delincuencia a gran escala, aquélla contra la que realmente se debe luchar. Pero si somos hedonistas y lo que queremos es disfrutar, admitámoslo de una vez sin hipocresía. Yo digo no, pensando en mi hijo y todos los hijos, a la legalización del cannabis, sustancia que daña el cerebro y crea dependencia.