“ Trump es el mago de Oz ”, por Juan Novoa

Juan Novoa, uno de nuestros redactores en Majadahonda Aumentada, se lanza también al mundo blogger y nos deja esta colaboración en la que da su punto de vista de lo que ha sucedido en Estados Unidos. “ Trump es el resultado, no inesperado, aunque tal vez prematuro, del deterioro sin remedio del sistema político y económico de Occidente”, dice Novoa. Aquí te dejamos el artículo al completo.
Todo lo que ha ocurrido en las elecciones de los Estados Unidos se reduce, en realidad, a que en cuatro estados que en los últimos ocho años habían votado demócrata, ha ganado Trump. No es que América se haya vuelto loca, puesto que el electorado, como casi siempre, se ha manifestado dividido casi al 50% entre demócratas y repúblicanos. Hace unos meses, Michael Moore explicaba con precisión los motivos por los que iba a ganar Trump Lo que ha ocurrido es muy simple: un multimillonario norteamericano, rodeado de una serie de brillantes asesores, ha analizado el sistema y ha sabido sacar partido de sus debilidades.
El problema ahora es doble. Por un lado, el que plantea tener un mono con una cuchilla sentado en el Despacho Oval. No hay predicción posible sobre cuál va a ser su modo de actuar, y ésa es la peor pesadilla del capitalismo. La otra cara del problema es la que sigue teniendo solución. Trump es el resultado, no inesperado, aunque tal vez prematuro, del deterioro sin remedio del sistema político y económico de Occidente. Y han sido suficientes unos miles de votos que han cambiado de manos para ponerlo en evidencia. El sistema ha llegado a tal nivel de fragilidad que un recién llegado a la política lo ha puesto patas arriba en seis meses. Pero las señales ya eran alarmantes.
Por primera vez desde que acabó la Segunda Guerra Mundial, hay una generación entera que va a vivir peor que sus padres. Eso es el fracaso del capitalismo, de su propio concepto. Cuando se construye todo un sistema sobre la idea del crecimiento económico, todo lo demás se pone al servicio de esa idea. Los jóvenes estudian más que sus padres para tener más oportunidades que las que tuvieron ellos y ganar más dinero con el que vivir mejor. Esa es la filosofía que impregna nuestro sistema se inyecta en vena desde el colegio, desde los medios de comunicación, desde el cine, desde el deporte. Ganar, superar, batir el récord…
Pero de repente una generación entera se ha dado cuenta de que, habiendo hecho lo que le dijeron que tenía que hacer, no va a obtener ninguno de los premios que les habían prometido. Y en ese momento, roto el sueño, la gente se ha sentido engañada y ha puesto en duda todo la estructura. Millones de personas en nuestro civilizado Occidente han visto cómo sus ingresos se estancaban o retrocedían, mientras el mundo seguía girando. A ambos lados de un camino cada vez más estrecho, acampan al borde de la indigencia ciudadanos desencantados que ya no confían en el que viene a contarles desde la ventanilla de su coche que si le ayudan a llegar al poder, dará marcha atrás para sacarles del fango.
La gente ha dicho basta y se ha apropiado de las banderas del descontento. En Francia o en Alemania se han subido al siniestro carro del fascismo del siglo XXI, en España se han apuntado a las mareas y marchan como la famélica legión detrás de su mesias con coleta, y por fin en USA, han encontrado en el máximo representante del sueño americano, al Mago de Oz, que ha prometido un corazón a los que añoran una gran América, valor a los que ya habían renunciado a la lucha y un muro fronterizo a los que creen que el problema viene de los malditos emigrantes del sur que les quitan el trabajo.
Lo que ha pasado en Estados Unidos es el resultado del deterioro de todo un modelo económico, social y cultural. Se pone de manifiesto una vez más que la solución es reiniciar el sistema. Lo urgente es crear los instrumentos precisos y abordar las reformas necesarias para que la transición entre el viejo modelo agotado y el nuevo sistema (que aún está por definir) pueda llevarse a cabo sin un colapso social que nos conduzca a desenlaces parecidos a los que sufrió el mundo entero hace 80 años.
Hay soluciones, se basan en nuevos modelos energéticos, en la economía del bien común y en la sostenibilidad. Es la única manera de que un planeta superpoblado y sobreexplotado pueda seguir soportando a sus descerebrados habitantes. El problema es que, los que llaman antisistema a los que quieren cambiar su sistema, no van a entregar el poder por las buenas.
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